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El Gourmet sabe que entre los grandes acuñadores de proverbios, sin duda los chinos llevan la delantera. Al Gourmet le cuesta dejar de recordar aquello de que: "No eres un hombre hasta que no hayas ido a la Gran Muralla", ese prodigio de la arquitectura que sigue sorprendiendo y encantando.

Quienes aman de las estadísticas no dejan de repetir hasta el cansancio que la Gran Muralla tiene más de 2.200 años. Pero eso no es mucho si consideramos que esa gran serpiente inanimada se estira a lo largo de 6.400 km., de la frontera con Corea al desierto de Gobi. Contando sus ramificaciones llega a los 7.300 km. Estos números nos dicen mucho y poco a la vez. El Gourmet sabe que una simple comparación nos va a dar la dimensión de esta monumental obra: la extensión de la muralla podría unir Madrid con Moscú y si pusiéramos sus ladrillos en línea sobrarían para dar la vuelta al planeta varias veces.

Diferentes dinastías la construyeron, la continuaron y reconstruyeron, su construcción demando más de 1.000 años. Los guías turísticos chinos no se cansan de repetir, que esta fortificación nació para proteger al imperio allá por el siglo III a C. Al parecer, los nómadas mongoles y manchurios acosaban con no poca beligerancia. El Gourmet no puede dejar de suponer que los posteriores emperadores deslumbrados ante semejante obra, muchos de ellos quisieron poner algo más que su granito de arena.

Para quien no haya tenido la suerte de haberla visitado, resulta difícil imaginar su magnífica estructura. El muro tiene una altura de siete a ocho metros, llegando a diez en algunos puntos. La cima es una especie de carretera con un ancho de seis metros. En algunos lugares, el muro se vuelve más angosto, mientras que en otros, toma una inclinación preocupante.

La Gran Muralla China carga también con algunos estigmas. Hace unos 70 años, el talentoso señor Ripley, desde su famosa columna “Aunque usted no lo crea”, afirmó que la Gran Muralla era la única construcción hecha por el hombre visible desde la Luna. Fue así, como la muralla fue incorporada con esa rareza a los libros escolares. Nadie imaginó que en la segunda mitad del siglo XX, Neil Armstrong destronaría el mito, la rigurosidad del astronauta negó que desde arriba se viera la muralla. Años después, el astronauta chino Yang Liwei dijo que tampoco pudo verla.

El Gourmet supone que verla o no desde la luna, es un dato casi anecdótico. El tema, es verla desde la tierra y, como reza el proverbio, ser finalmente "un hombre". El Gourmet sabe que el tramo más visitado de la Gran Muralla está cerca de Beijing. Siendo sus principales secciones Badaling y Simatai. De ellos Badaling es el tramo más visitado. La muralla allí tiene 3.700 metros de largo, con una altura promedio de ocho metros y 15 en su parte más alta. A su parte superior, se accede por escaleras de piedra.

El Gourmet no deja de visitar Simatai, a 130 km. de Beijing. El deterioro de la muralla la dota de un aire de autenticidad y tiene la merecida reputación de ser el sector más hermoso. Su estructura, tal como la cola espinada de un dragón, se eleva sobre los picos de las montañas, y se enrolla entre campos y aldeas.

Allí, se suceden distintas atalayas, cada cual, con su distinción. Desde la decimoquinta atalaya, bautizada como la Torre de las Hadas se accede a la llamada Escalera al Cielo, que nos conduce a la decimosexta atalaya, la más alta de todas. Esa torre, es conocida como Wang Jing Lou, en castellano "Torre para Mirar a Beijing", se sitúa a casi mil metros de altura y constituye el punto turístico más atractivo de Beijing.

 






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