Visitar este diminuto reino creado en Sudáfrica, de gente cálida y costumbres primitivas, es una deliciosa aventura.
Una vez llegados a Sudáfrica, desde el aeropuerto de Johannesburgo parte un avión a hélice, que en una hora de vuelo hace su arribo al diminuto país, Swazilandia, independiente desde 1968 y gobernado por una monarquía constitucional.
Recorreremos en combi las ordenadas rutas de Swazilandia, desde el aeropuerto de Manzini. ¡Se puede llegué a amar tanto ese lugar! Quedaran grabadas en nuestra memoria las imágenes de los niños con una pureza arrolladora, la belleza de sus mujeres, los mercados de artesanías, los bailes, los baobabs, los impalas, las vacas demasiado flacas, las casas de barro y paja y las sonrisas blancas. Todos son pequeños tesoros de colores. Swazilandia cautiva por su gente. Sus mujeres caminan durante horas para acercar a sus hijos a las escuelas. Los domingos es muy pintoresco ver el desfile de los grupos religiosos, que se dirigen en procesión hacia sus templos.
En más de una oportunidad, en alguna consulta que hagamos como para llegar a determinado lugar, es muy probable que seamos acercados en auto o hasta acompañados a pie, incluso aunque estemos 20 cuadras del lugar, por los pobladores con deseos de complacer a los viajeros. Los amigos tienen la costumbre de caminar de la mano o estar por minutos estrechándoselas cuando se encuentran por la calle.
Aquí sus bellezas naturales se disfrutan sin tener que pagar. Por donde quiera que andemos nos encontraremos con alguna maravilla natural, estos valores en las ciudades suelen ser materia de desprecio. Puede suceder en un mismo día que brille un intenso sol y caiga una torrencial lluvia. El invierno trae los incendios forestales. Cerca de la frontera con Mozambique, en el este, se encuentra la Cordillera Lebombo, de una altura media de 600 metros. Se realizan excursiones a los Montes Drakensberg, también, por las colinas, selvas, praderas y sabanas, donde sobreviven auténticos descendientes de la tribu swazi, de la etnia bantú.
Los europeos tuvieron sus ojos puestos en este pequeño país por sus reservas de oro, diamantes y estaño, además del desarrollo agrícola, a lo que debemos sumar la explotación del hierro desde el siglo IV. Alli podremos aprender que la pobreza no es sinónimo de miseria, que las carencias materiales se pueden compensar por las riquezas del corazón. Swazilandia, nos dejara la enseñanza de que se puede vivir y convivir en total armonía.
Vídeo sobre Swazilandia