Todos los caminos de Galicia conducen a Santiago de Compostela, su capital, es una de las ciudades antiguas más exquisitas del mundo. Una paseo por las callejuelas de este “Patrimonio Cultural de la Humanidad”. Te ofrecemos nuestro buscador para que encuentres las mejores opciones para visitar la ciudad.
Santiago de Compostela
Ramillete de rúas
Santiago de Compostela tiene su historia tallada en piedra, esa historia tallada en piedra la podemos apreciar en la inigualablemente magnífica Praza do Obradoiro: rodeada por palacios como el Pazo de Xelmírez, el Hostal dos Reis Católicos (fue un hospital construido por los reyes en el siglo XVI, hoy es un parador de lujo), el Pazo de Raxoi o el Colexio da Fonseca, la plaza despliega un catálogo de arte románico, renacentista, barroco, neoclásico y plateresco.
Desde ese lugar, la “puebla vieja” se nos abre igual que un ramillete de calles angostas, escaleras, plazas colmadas de restaurantes, comercios, puestos de artesanías, y bares que en sus noches se ven desbordados por jóvenes, música (desde celta hasta electrónica), tapas y tragos.
En la Praza do Quintana, del otro lado de la Catedral, la piedra es dominante en sus pisos, paredes, escalinatas, pareciera que los relojes se detuvieron en algún tiempo remoto, que podemos casi revivir desde las mesas del café que protegidas del sol y la lluvia bajo la galería.
Peregrinar por Santiago nos obliga a desandar sus cuatro rúas (calles) principales, empezando por la Rúa do Franco (su nombre podría provenir tanto de los comerciantes franceses que allí se apostaban, como de que antiguamente fuera zona franca, libre de impuestos), que en la actualidad es la más concurrida, esta repleta de tabernas, bares y restaurantes, luego se divide en la Rúa do Raiña.
En la parte superior se extienden las más señoriales y elegantes, la Rúa do Vilar y la Rúa Nova, están destinadas fundamentalmente a la actividad de comercios y talleres, estos comercios florecieron de la mano de artesanos de la plata y el azabache. En el centro antiguo, las casas populares se mezclan con las que utilizaban los nobles gallegos cuando iban a la ciudad, y que aún conservan sus blasones.
En los días lluviosos (muy habituales en Galicia) los visitantes se las verán en figurillas para ir con paraguas por el estrecho callejón de Entreruas. Unas encantadoras callejuelas estrechas y curvas, vestigios medievales que sólo conservan Santiago de Compostela y Toledo, hoy rebosan de turistas y tiendas, en su origen tenían una finalidad defensiva: quien se animara a entrar le resultaría difícil salir.
Pero en la actualidad, salir de Santiago es lo último que se le ocurrirá al visitante, que antes preferiría seguir una eterna peregrinación por sus calles, entre monumentos, gentíos y músicos, donde nunca falta un auténtico gaitero, como para recordarnos (por si lo habíamos olvidado) que estamos en pleno corazón de Galicia, allí donde como dije al principio, conducen todos los caminos.