A 405 kms de Paris, se encuentra la antigua y amurallada ciudad de Saint-Malo. Ubicada en la región de Bretaña, nos propone un viaje en el tiempo. Su catedral Saint-Vincent y las antiguas tabernas. Te ofrecemos muy interesantes posibilidades a través de nuestro multibuscador.
Saint-Malo
Supo ser tierra de corsarios, marinos y descubridores. Tierras de leyendas ancestrales de un pasado celta, con costas que bañan el Canal de la Mancha, de aguas verdes color esmeralda, como su vegetación. Si, nos encontramos en Saint-Malo, una ciudad marítima, situada al noroeste de Francia en la región de Bretaña.
Saint-Malo sobresale en el departamento de Ille-et-Vilaine, uno de los cuatro que conforman la región bretona. Seguramente lo primero que nos va a asombrar es la muralla que protege a la antigua ciudad. Se alza orgullosa frente al mar. El origen de estas murallas remiten a la Edad Media. En el siglo XVII fueron ampliadas y fortificadas. En la Segunda Guerra Mundial, tanto la ciudad como la muralla fueron bombardeadas, una vez terminada la guerra se inicio una completa reconstrucción fiel a su estilo original.
La historia de Saint-Malo estuvo determinada por su ubicación geográfica: unida al continente solamente por una franja de tierra (le Sillon), la ciudad debió desarrollar desde temprano una típica arquitectura defensiva y una economía basada en el comercio marítimo.
Enemigos imaginarios El muro tiene siete puertas: Grande Porte, Porte Saint-Louis, Porte de Dinan, Saint-Vincent, Saint-Thomas, Saint-Pierre y Porte des Champs Vauvert. Una vez que atravesamos una de ellas, podemos subir y realizar un primer recorrido caminando sobre las anchas murallas que están flanqueadas por numerosas torres. Es una vista imperdible, tenemos acceso a la bahía y a la ciudad. Otro espectáculo para no perderse son las islitas desperdigadas por aquí y por allá. Algunas, son antiguos fuertes en medio del mar. Las mareas, gran atractivo visual de Saint-Malo, cobren y descubren sus costas , lo que nos permitirá, en determinadas horas, acceder a pie hasta estas islitas.
Cuando tengamos la marea baja podremos pasear por la bahía llegando hasta esos terruños rocosos que son el Fort National sobre el peñasco de l'Islet, la isla de Petit-Bé y la de "Grand-Bé". Los dos primeros son antiguos fuertes construidos en 1689. El islote de Grand Bé, que esta unido a la playa de Bon-Secours por un camino de piedra tiene un paisaje fantástico.
A su lado de un cañón que apunta a un enemigo imaginario, y la inmensidad del mar azul nos sigue hipnotizando, mientras contemplamos una especie de pileta construida en medio del mar, con trampolín y todo. Más allá, sobre la arena, vemos largos palos, llamados brise-lames. Se trata de palotes hechos con troncos de roble que sirven para romper las olas más potentes, las lames, protegen así las murallas de la ciudad y le dan un singular toque al paisaje.
Y si continuamos mirando el mar podremos ver nítidamente una línea color esmeralda que se interpone entre la costa y el mar adentro: de ahí el nombre de "Costa Esmeralda", cuyo nombre se debe efectivamente al color de las mismas aguas.
Recorriendo sus calles Luego de terminado nuestro recorrido sobre las murallas, podemos ir bajando a la ciudad, en ella nos estarán esperando sus estrechas callecitas que esconden miles e tesoros como: la Catedral Saint-Vincent, antiguas casas de corsarios (algunas pueden visitarse), los restaurantes con sus típicos menúes de “crepes bretones” y sidra.
Saint-Malo no consigue escapar de su origen celta, están presente en cada rincón de la ciudad: en la gastronomía, la música, en sus festivales folclóricos, en su dialecto que aún hoy en día se lo sigue hablando, sus historias de corsarios, piratas y marinos. Estos hombres de sangre celta se atrevieron a ir muy lejos, allende del océano.