Quito, ciudad señorial de los españoles en el siglo XV, respira historia por doquier, posee una singular distribución alrededor de una plaza central, donde se encuentran los edificios más importantes de la ciudad. Te ofrecemos nuestro buscador para que encuentres las mejores posibilidades para visitar esta hermosa ciudad.
Quito
En el centro de la ciudad de Quito se encuentra La Ronda anteriormente denominada calle Morales y hoy calle 24 de Mayo, la más pintoresca y colonial de todas, adoquinada, con sus casitas blancas de techos rojos, sus balcones y faroles.
En la Plaza Grande (también llamada de la Independencia), que sigue representando el corazón neurálgico de la capital ecuatoriana como en tiempos de la colonia, confluyen el Palacio de Gobierno, de estilo neoclásico con piedras incas en su base y custodiado por guardias con uniforme de gala, el Palacio Arzobispal de piedra ladrillo y madera con sus características arcadas o portales, el Palacio Municipal, la iglesia del Sagrario, y la Catedral metropolitana de 1565, con su espectacular fachada mitad de piedra, mitad encalada.
De grandes proporciones y muy espaciosa, esta plaza favorece un distendido bullicio de paseantes y tertulianos acomodados en los bancos públicos, con bandadas de niños limpiabotas en busca de unos zapatos que lustrar. Al fondo del decorado centellean unas mágicas montañas de nieves perpetuas, como si quisieran preservar y proteger las bellezas arquitectónicas de esta ciudad donde convivieron estrechamente el Viejo y el Nuevo Mundo, intercambiando saberes para lograr unas creaciones humanas que han sido capaces de resistir los avatares del tiempo, la historia y los terremotos.
Para poder disfrutar de la ciudad desde otra perspectiva, se puede visitar el Cerro del Panecillo, mirador a 3.000 metros de altitud desde donde se contempla, inmensa y complicada, la extensión capitalina, con su casco antiguo agazapado bajo sus tejas coloradas entre esta loma y el parque de La Alameda, y rodeado por un interminable cantidad de barrios nuevos surcados por anchas avenidas. El cerro marca el límite con la zona sur, más empobrecida, en contraste con el pujante norte desarrollado a toda velocidad con anhelos modernistas. “Panecillo” fue el apodo que le dieron los españoles a la céntrica colina, inspirados en su forma de masa de harina cocida, pero antiguamente se conoció como Shungoloma, palabra quechua que significa “loma del corazón”.
En otra época la cúspide acogió un templo de culto a Yavirac y hoy sostiene uno de los emblemas más queridos por los quiteños: una réplica de grandes dimensiones –construida en aluminio, de su enigmática Virgen Alada, también bautizada como Virgen de Quito o Virgen de Las Américas. La original, de sólo 30 centímetros, se halla desde el siglo XVIII en el interior de la iglesia de San Francisco.
Quito es una ciudad que respira historia en sus calles, sus construcciones y hasta en su amable y hospitalaria gente.