Lyon es la tercera ciudad en importancia de Francia. La historia esculpida en cada uno de sus barrios demuestra la importancia que ha tenido desde que fuera creada en la Edad Media, cuando fue la capital de la seda europea en la ruta que la traía desde Oriente. Por ello te ofrecemos varias interesantes opciones a través de nuestro metabuscador.
Lyon
Una recorrida por Lyon es como abrir un libro de historia, al atravesar sus páginas es como si anduviéramos entre vestigios de arquitectura gala, construcciones romanas y góticas hasta llegar a la modernidad con la Ópera Nacional, que Jean Nouvel renovó con una cúpula de vidrio sobre columnas de piedra del siglo XVIII.
Lyon esta unida por dos colinas y separada por dos ríos. Esos dos ríos, el Ródano y el Seona parten Lyon en tres zonas.
Fourvière, también conocida como “La colina que reza” donde encontramos la Basílica de Notre-Dame de Fourvière, la Catedral de Saint-Jean, sus conventos y la sede del obispado; “La colina que trabaja” o Croix-Rousse por ser el lugar de residencia de los canuts, los hombres que comenzaron a trabajar la seda, que descansa sobre la península la Presquîle. Y, por último, el Lyon del Este, la zona comercial y hacia donde hoy se expande la ciudad.
Un buen lugar para alojarse es el Vieux-Lyon, en la falda de la colina de Fourvière, es recomendable por la vida del centro bohemio donde podremos disfrutar con calma del barrio renacentista que se extiende desde Saint Georges a Saint Paul. Éste fue el barrio más próspero de la época. Las familias adineradas, procedentes de Italia, se fueron instalando en la zona para construir palacetes de colores florentinos con sus patios y escaleras en espiral.
Aquí es donde se puede decir que comienza la visita, mediante el tranvía que actúa como túnel del tiempo, para llevarnos hasta la cima de Fourvière. En lo alto nos encontraremos a la basílica de Notre-Dame de Fourvière. Desde allí, descendiendo pocos metros, nos vamos a encontrar con las ruinas de la que fuera la primera Lyon, la ciudad romana Lugdunum, fundada en el 43 a.C, y de la que aún quedan vestigios: el anfiteatro, donde se ofrecen conciertos; las termas y los acueductos que dan fe del sentido práctico urbano de los romanos y de la importancia de la zona.
Si Lyon tiene algo, eso es la posibilidad de comer bien en sus bouchones, pequeños y pintorescos restaurantes que forman la cuna de lo que actualmente se considera la gran cocina francesa.