Un recorrido por las apacibles calles de la capital portuguesa. Su arquitectura, los edificios emblemáticos, la gente y los manjares del mar. Te ofrecemos muy interesantes opciones a través de nuestro multibuscador.
Lisboa
Y lo mejor de su noche. "¿yo seria feliz en Lisboa?", me pregunte al llegar a la capital portuguesa. Con su bonita arquitectura, pero casi uniforme en exceso (infinidad de edificios de cuatro pisos, cuadrados, con frentes en tonos de rosa y ocre, ventanas chatas), pensé “no parece una ciudad para mí”, sin dejar de sonreír a quien manejaba alegremente el taxi hacia la Praça das Flores. Los primeros siete días de mi viaje sólo salimos de noche. En un viaje de sólo una semana, resulto algo significativo.
Pude conocer Belém, con su famosa Torre, el Mosteiro dos Jerónimos y el Centro Cultural, un edificio majestuoso inaugurado en el '93 para ser sede de la Presidencia de la CE. Diseñado por los arquitectos Salgado y Gregotti, dentro de su estilo, está, a la altura de las construcciones manuelinas que lo rodean. Su Jardim das Oliveiras luce una escultura de Henry Moore que puede resultarnos fascinante hasta las lágrimas.
Lisboa tiene atractivos que son incontables y podemos descubrir mirando con atención. Se puede ver un pueblo antiguo que fue construyendo y reconstruyendo, superponiendo estilos, superando incendios y un terremoto, readaptando los espacios a necesidades y placeres nuevos a través de tantos siglos de creatividad y fe religiosa.
La ciudad de Lisboa es una de las ciudades predilectas de los alumnos de todo el mundo. En ella reina cierto espíritu aventurero, junto a la calma de saber que al menos pasaran un año en el lugar.
Tuve la dicha que me guiara una lisboeta, nada pudo resultar mejor que un guía nacido en lugar. Durante mi estadía, me alimente casi exclusivamente con Percebes, un prodigioso manjar marino. La perfecta definición del mozo de la Cervejaria da Trindade, fue “un marisco agradable”. Por las noches me gusto el barrio de Cais do Sodré, donde pude conocer tres discos bien distintas una de otra: Jamaica, Europa y Music Box dos Freios y el bar Americano, cuyo dueño es el barman y cantante, José Carlos, que pude comprobar que canta Corazón Partió, mucho mejor que Alejandro Sanz. Cualquiera podrá animarse al karaoke donde seguramente recibirá aplausos y vivas.
Aquellos amantes de la noche, no deben dejar de conocer el Lux, un monstruo bailable de múltiples barras, varios pisos, una terraza con vista al Tejo, una pantalla esférica que resulta hipnotizante y gente hermosa de todos los sexos. Aquel que sea capaz de resistir dignamente con este trance, puede ir a perder su dignidad al “Finalmente”, una disco para la comunidad gay, que según el día ofrece un show transformista de novatas o expertas.
Pude ser feliz, y me fui de Lisboa con la idea de regresar y serlo aún más en mi próxima visita.