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A lo largo de la historia encontraremos personajes célebres como Freud, Joyce y Hemingway, que fueron cultores este distinguido ritual.

El Gourmet Viajero recuerda con cierta nostalgia las tardes de su infancia cuando su abuelo solía sentarse en su mecedora bajo la sombra del parral a fumar plácidamente su pipa y relatarle viejas historias de sus tiempos de juventud o darle ejemplos para enfrentar la vida que lo esperaba con los años por venir. Por aquellos años se escuchaba en las radios un tango hoy algo pasado de moda que declamaba: "fumar es un placer, genial, sensual". Aunque hoy en día las restricciones a los fumadores han ido minando aquellas placenteras ideas, a El Gourmet aún le gusta pensar que quizás este antiguo tango, que fuera escrito en 1922, bien podría aplicarse hoy al placer de fumar en pipa, que durante décadas un símbolo distinguido practicado por aristócratas, intelectuales e investigadores policiales de novelas de suspenso.

Esta costumbre viene con una larga historia detrás, algunos historiadores hacen mención a Cristóbal Colón quien parece haber mirado con asombro a los indígenas caribeños echando humo por sus narices luego de chupar por una caña en cuyo extremo se quemaban unas hojas aromáticas previamente secadas. Solo fue una cuestión de tiempo para que el tabaco desembarcara en Europa. Estuvo a cargo del pirata devenido en noble, Francis Drake quien impuso en la corte inglesa la costumbre de fumar en pipa.

Pero como aquellas rudimentarias pipas caribeñas no podían ser reproducidas en la corte, esto dio origen a los primeros ensayos para fabricar este imprescindible utensilio. Las primeras pipas se realizaron en terracota, pero resultaron ser muy frágiles y se calentaban en exceso. En los finales de 1600 un medico austriaco ordeno fabricarlas de porcelana, delicadas, muy bellas y como no podía ser de otra manera, muy frágiles. Un artesano de Budapest, medio siglo después, por un pedido real, tallo las primeras pipas en un bloque de espuma de mar.

En el Primo Museo Italiano della Pipa, en Varese, hoy se pueden observar aquellas primeras pipas hechas de espuma de mar, que la escasez del material las hacia excesivamente caras, casi inaccesibles. Luego vinieron intentos con otros diferentes materiales como madera de cerezo, vidrio y hasta metal, pero el Gourmet, bien sabe que la verdadera pipa surgió cuando se encontró que la madera ideal era el brezo. Este arbusto crece en la zona del mediterráneo y se obtiene de su raíz la mejor madera para las pipas.

En el museo que funciona en el lugar donde vivió Sigmund Freud, se puede disfrutar de una colección de pipas asombrosas que acompañaron al creador del psicoanálisis desde su juventud. Mientras vivió en Viena, cada miércoles se reunía con sus colegas y daban rienda suelta al ritual propio del café vienes: pasteles, café y pipas, que no hacían mas que alimentar un laboratorio de ideas. Se pueden rescatar de esa importante colección, las pipas de espuma de mar, que finamente tallaron maestros artesanos judíos.

Cerca de la Habana, en el Museo Ernest Hemingway, se conservan algunas pipas que pertenecieron al escritor del Viejo y el Mar, quien tenía predilección por aquellas pipas grandes y robustas, en comunión con su talla y su ego. Predominan las piezas curvas (del tipo Bent) de gran capacidad, una vez cargadas soportaban una larga velada en compañía de un buen ron cubano.

Vincent Van Gogh, como no podía ser de otra manera despuntaba el vicio con una sencilla pipa en concusión con sus escasos medios económicos. En el museo que lleva su nombre, en Amsterdam, conservan una pipa semicurva, hecha en madera de brezo con incrustaciones de olivo, que le fuera regalada por su hermano Theo.

Mientras fumaba una pipa con el mejor tabaco de Irlanda, en largas veladas frente al piano, el escritor James Joyce, autor de Ulyses, fue formando una larga colección con las mas diversas piezas.

Imposible dejar fuera del inventario las reuniones del Café de Flore, en Paris, donde Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus y Boris Vian solían reunirse a compartir un trago, probar alguna mágica pastilla y fumar en pipas.

Otra cosa que debe dominar todo buen fumador de pipas es el conocimiento de los diferentes tabacos y sus sabores. El American Blend, o el American Mixtures, de sabores dulces o el Andullo que es un tabaco selvático muy fermentado, fuerte y vigoroso. Se destacan entre muchos los sabores de Kentucky, Latakia (negro oriental), Perique (negro condimentado), Pota (de hoja de burley, natural y fuerte) y el Virginia.

Se debe rescatar una visita al Barcelona Pipa Club, ahí se reúnen fumadores y no, en una tertulia donde se comparten una copa, música de buen jazz y la degustación gastronómica, todo perfumado por el humo de decenas de pipas ardiendo.

 






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