La isla de Curaçao tiene el atractivo de su mar turquesa y la alegre hospitalidad. Es un lugar ideal para practicar buceo, snorkel y disfrutar de sus paradisíacas playas.
La isla de Curaçao, es la mayor de las Antillas Holandesas, tiene 444 km cuadrados. Se ubica a unos 60 km de la costa de Venezuela, fuera de la zona de huracanes, lo mismo que Aruba y Bonaire, sus vecinas, también Antillas.
Curaçao tiene una formula simple pero que resulta imbatible. Caribe, del mas autentico, sumada la espontanea amabilidad de sus habitantes, playas tan blancas como azúcar impalpable, una historia larga y un sol que nunca se resigna a retirarse.
Su costa sur, bañada de un perfecto Caribe, tiene 38 playas. Kalki, que esta rodeada por acantilados, atrae con sus arrecifes de coral en traslucidas aguas turquesas, que resultan ideales para la practica del snorkel y el buceo. Playa Jeremi, si bien hay poca sombra, resulta ideal para los atardeceres. Lagún de aguas cálidas y calmas, es la favorita de las familias. Porto Mari, Groot Knip, Santa Barbará, Blauwbaai y Cas Abou, están entre las más renombradas playas de la isla.
Curaçao, además del mar soñado, tiene el encanto de su cultura. Los españoles la descubrieron el 1499 y en 1634 se convirtió en colonia holandesa. Al puerto de la isla arribaron esclavos africanos y familias judías de Amsterdam. El activo puerto de Curaçao atrajo a españoles y franceses en los siglos XVIII y XIX, quienes se fueron alternando el control de la isla durante breves períodos. El Tratado de Paris de 1815, devolvió Curaçao a Holanda. En la actualidad, el 80% de la población tiene su origen en África, el resto, raíces europeas, con mayoría holandesa e hindúes.
Punda, una Amsterdam en miniatura, tiene las huellas arquitectónicas de su pasado, con un colorido centro histórico, levantado frente a la Bahía de Santa Ana, donde recalan cruceros de todos los lugares del mundo.